martes, 17 de abril de 2012

LA VIDA LOCA: LAS MARAS UN FENOMENO ANTISOCIAL

Las Maras es un fenómeno antisocial que se ha propagado en casi todos los países de Centroamérica.  Honduras, El Salvador y Guatemala son países que han sido gravemente afectados por la presencia de estos grupos  que no solamente operan como delincuentes comunes sino que ahora se les asocia con el  narcotráfico y el crimen organizado.

Lo que caracteriza a las maras es el uso abierto de la violencia, su convivencia permanente con el delito, el consumo de drogas y el aumento constante en la adquisición y uso de armas. En un principio la actividad de estos grupos delicuenciales se focalizó en la defensa de sus barrios para impedir la invasión de otros grupos vecinos con la intensión de apoderarse de su territorio, pero pronto se convirtieron en brazo efectivo del  narcotráfico, tráfico de armas, homicidios y otras actividades delictivas.

En sus barrios habitan con un estilo de “vida loca”, que es la manera como los jóvenes definen su forma de vida, sin importarles el futuro, solamente el presente, proclamando el lema “Por mi madre vivo, y por el barrio muero”; sus tatuajes y las marcas en sus cuerpos de han convertido en una forma de demostrar su pertenencia al grupo con el que conviven o se relacionan,  y con el cual mantienen lazos de fraternidad; asimismo, sus tatuajes reflejan la historia del individuo que los porta.   Además de identificarse con tatuajes, utilizan una forma de código gestual que también denota pertenencia.  El consumo de drogas y alcohol es cotidiano.

Tienen y mantienen sus reglas de grupo y una de ellas es la prohibición de relacionarse con alguien de la mara enemiga y la obligación de participar en toda clase de pelea en la que la mara se involucre. Cuando se ingresa a la “Mara”, se ingresa para toda la vida y no está permitido el abandono de la misma  porque es considerado como una deserción. Son agrupaciones estrictamente jerárquicas; los cabecillas son, por lo general, quienes han demostrado mayor sangre fría  en la práctica de los delitos, o quienes poseen una mayor capacidad de liderazgo.

El problema de las maras se origina en problemas netamente sociales, como la pobreza, la inseguridad y la desigualdad y las precarias condiciones de vida, entre otros, los cuales derivan en buscar salidas y escapar, en cierta forma, de la miseria social a la que llevan sometidos una vida entera.

La marginación social, entendida como la separación efectiva de una persona respecto al trato social, así como la falta de adaptación, son fenómenos psico-sociales que contribuyen a acelerar  la propagación  de estos grupos, pues la misma sociedad, al no poder atender y contrarrestar apropiadamente las fuentes de donde se proveen de miembros, que en su mayoría están asociadas al debilitamiento de la familia, a la falta de acceso a oportunidades de trabajo y a la cultura de violencia doméstica, participa  indirectamente a la formación de estos grupos antisociales, pues los adultos no tienen trabajo, los niños con frecuencia no asisten a la escuela, no tienen control de ellos ni en sus casas ni en los centros educativos, no hay canchas deportivas suficientes, bibliotecas, cafés o espacios donde los jóvenes puedan reunirse para actividades positivas, y sólo les queda el “barrio” o la “esquina” en donde siempre habrá alguien esperando por ellos para incorporarlos a su grupo, del que ya no podrán escapar.


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